Esta obra se ubica en la infancia de la mujer. Aquí, tres rostros infantiles que reflejan ternura, hermandad, admiración, dulzura, candidez e inocencia, en una composición donde el color trasmite belleza, sensibilidad y emociones. Es esta etapa donde la mujer forma su personalidad, su rol en la familia, en la educación y en el entorno, su inocencia reafirma su sensatez que la hace especial en todos los sentidos, cada emoción surgida en ella se impregna de un amor inocente y verdadero, iluminando con una sonrisa al mundo entero.

Su ingenuidad predomina en su contexto emocional, físico y de psicomotricidad perteneciente a esta etapa, que hace de ella un ser crítico, observador, creativo, productivo, espontáneo, dando a conocer sus aptitudes y talentos a explorar.

Las cualidades que expresa la mujer a través del tiempo, se convierten en pinceladas que van dando sentido y forma para continuar con esas otras facetas que la hacen equilibrada, con virtudes y valores hasta el ámbito profesional.